21 de abril del 2025
He sido descuidado.
Me veo a mí mismo en una conversación de hace un par de años.
—¿Y si lo que haces no es malo porque lo haces a escondidas?
Él pensaba que era la pregunta que me pondría en jaque. Lo miré, en silencio, pensando si responder de manera sería a su “aguda” pregunta. Sin embargo es similar a cuando la gente entra a mi estudio y mira todos los libros que tengo y me pregunta «¿Ya los leíste todos?». Hay una ingenuidad genuina y sin mayor malicia en esas palabras. Simplemente no alcanzan a concebir el mundo desde la misma perspectiva que yo. Pero no es que yo sea especial, solo que ellos piensan de forma demasiado común.
—No sé, es una buena pregunta —fingí sorpresa abriendo los ojos—. Necesito investigarlo.
Y con una palmadita a su intelecto seguimos platicando de otra cosa.
Y es que a veces es más inteligente conceder terreno a quienes no nos entienden. ¿Que nos importan los profanos? Ni sus juicios, ni sus maneras de comprender el mundo, al menos cuando sus mecanismos nos resultan transparentes. Su lógica, desprovista de toda comprensión ritualística, no va a penetrar los misterios que a nosotros nos costo entender. Porque no les interesa.
Sin embargo, perdí de vista el facto de que mientras que es normal para mi soñar una cabeza decapitada que me advierte: «el muerto resucita a los 13 pasos», sus ojos huecos asustaran a otros. Las libaciones en nórdico antiguo suenan agresivas a quien no entiende su poética. El altar ensombrece el ceño del ignorante, que sueña con profanaciones rojas cada luna nueva. Imagínate si supieran de las ofrendas onanistas para Freyja. Hasta algunos paganos se escandalizarían.
Si bien es normal y deseable hasta cierto punto que el profano tenga cierto grado de cautela con nuestras practicas, llevar su temor al extremo puede ser contraproducente. Incluso fomentarlo de forma consciente me parece un poco arriesgado. ¿Quién sabe en realidad? Yo no.
Por razones irrelevantes tengo un altar publico, de elementos discretos y sin huesitos, como me gustaría. No me escondo de nadie, no tengo vergüenza de mis dioses, pero si vieran un cuchillo de 25 cm en la mesa… bueno, han soñado que me persigue toda la colonia por mis practicas oscuras. Sin embargo, las paredes son delgadas y gusto un poco demasiado del semitrance y el trance seiðr (chamanismo nórdico). No usas el trance extático para controlar tu voz; quién sabe que sienten los vecinos si escuchan el «Veit ek at ek hekk vingameiði á…» en especial con mi acento de vikingo queretano. Antes dejaba las manzanas de la ofrenda en el árbol frente a mi casa. Ahora lo hago más lejos y magia efectiva, hay menos fumones rondando mi cuadra. Sí, creo que Grimmnir confundirá a mis enemigos, pero tampoco necesito hacérselo difícil. Me costó entenderlo.
Vivir con otros es complicado; para el cientifico soy un chiflado y para la cristiana soy un oscurito que juega con cosas que no entiende. Igual y no se equivocan del todo.
Yo soporto la imponente presencia de un landvaettir telúrico, que me eriza el espinazo, pero su sombra inquietante en el primer piso de la casa casi hace que me exorcicen el altar. Simplemente debí delimitar mejor los territorios desde el principio. Y así unos cuantos errores, como recibir el beso putrefacto de una diosa, vaya a saber si real o imaginariamente, y que su ponzoña trajera una erupción infecciosa en el vientre.
Sin embargo tiro mis huesos para quien guste leerlos, interpretarlos y aprender. Skoggangr se equivoca y se desacredita en publico, pues solo es autentico el que es autentico. Refuerzo el secreto con seiðr escrito. Beso la tierra que me acoge y refuerzo su hermetismo.
¿Alguna vez fueron así de imprudentes? ¿Quieren compartir consejos con los que la cagamos? Les ofrendo los comentarios y les recuerdo que soy Skoggangr y que este espacio es producto de mi voluntad. ¡Reyn til Rûna!
Gotitas de veneno:
¿Estas siendo prudente? ¿Provocas miedo? Qué piensan otros de ti. ¿Saben a que te dedicas? Hoy la runa clave es Ansuz si trabajas el elder futhark o puedes usar Óss desde el futhork anglosajón.
