21 de junio, 2025
ADVERTENCIA: Este es un texto basa en una experiencia real con evocación de espíritus. El experimento propuesto es altamente sugestivo, por lo que te recomiendo dos cosas. 1) Lee esta entrada de noche con la intención de llevar a cabo el ejercicio de las gotitas de veneno. 2) Si eres alguien temeroso no lo intentes. Para no interrumpir su estado mental más adelante desde aquí les recuerdo que soy Skoggangr y este arte ritual es producto de mi voluntad. Reyn til Rûna!
No voy a mentir, siempre me ha incomodado la oscuridad. Son las 2:00 a.m., al fin estoy a solas y apagar la luz para sentarme frente al altar bajo ya me pone en una ligera tensión psicológica.
Esta noche no hay círculos, no hay runas ni símbolos protectores, a él no le gustan, las fuerzas ctónicas prefieren la libertad sin limites al igual que yo. Solo una vela verde con una llama impasible que deforma con sombras el rostro de la estatua en el altar.
No hay olores, ni siquiera el de la ofrenda de cerveza fermentada. La veo en el altar, con los hongos flotando en la parte alta del vaso. Parte de eso se va a conservar la siguiente luna nueva, pero aunque es el tercer ciclo no hay malos olores. Curioso.
El aire entra. Sale. Le niego la entrada. Me sofoco. Aguanto. Mi vientre se contrae exigiendo oxigeno. Lo permito. Retengo. Repito el ciclo hasta sentir que mi hugr se adormece o quizá se despierta de otro modo. Tomo tres monedas de la ofrenda con la mano izquierda y recito:
—Þú veist, ek veit, gull er okkr!
Un gladr bien pensado. Es verdad: él lo sabe, yo lo sé, el oro es nuestro. ¡Nuestro!
—Þú veist, ek veit, gull er okkr!
A eso le gustan los susurros, la oscuridad, los sonidos guturales. Creo que le gusta mi mala pronunciación del nórdico antiguo, pero solo un tonto repite palabras que no comprende en profundidad.
Entonces sonrío de forma escalofriante. Reflejo codicia que rosa la locura; si dejo que lo racional tome el control me detendré, me asustaré. Pero esto es seiðr, las primeras respiraciones callaron lo racional.
—Þú veist, ek veit, gull er okkr!
Nueve por dos son dieciocho y por dos son treinta y seis, pero al reducirlos siempre vuelven a ser nueve. Más allá de la completitud ritual no hay nada más escondido en estas sumas. Ah, pero estas sumas me hacen sentir pleno, llenan todo mi lík. Mis venas bombean esa plenitud que retumba en mis huesos con mi galdr.
Aíslo la sensación de gozo en mi la parte de mi alma que llamo cuerpo, no sé como lo hago, solo sucede. Sin duda los que no han experimentado el trabajo ctónico se asustan con el sonido. Incluso los hermanos luciérnaga, iluminados por tanto papel, susurrarán: «un rito terrible». Y eso que ellos no sienten su presencia que eriza el espinazo.
—ÞÚ VEIST, EK VEIT, GULL ER OKKR!
Y eso que no sienten cuando el ente me pide callar, indicando que va a mostrar algo.
Mi mano se llena de monedas, se desbordan y caen al suelo de tierra fértil cuando ya no puedo contenerlas. Mientras el otro involucrado esta frente a mí.
Cinco metros de madera muerta, quizá petrificada, quizá podrida, tan oscura que apenas distingo un rostro antiquísimo testigo del tiempo. Dos pequeños puntos rojos, incandescentes mas como focos alarma que como carbones, brillando en ese semblante que ni por asomo sonríe. Me mira serio. Mira hasta lo más hondo de mi hugr escudriñando mis deseos, mis falencias. Explora mi corazón. Sí, estamos atados de por vida, con el örlog entrelazado por sangre y önd ante los nueve mundos del Yggdrasil, pero no es mi amigo. El compañerismo de este ser es de crecimiento… en el momento que mi visión flaqueé está dispuesto a aplastarme como la mosca que demuestro ser. Esta no es una historia de la iglesia medieval, donde puedo arrepentirte cuando he abusado lo suficiente de la bondad del espíritu y arrepentirte bajo una cruz. Permanezco con la mente serena y el cuerpo en éxtasis.
Extiende su mano demadera para tomar su parte del oro. Lo toma y lo esconde en la tierra, no le importa que lo vea. No sé si confía en mi o mide mi honor.
Corta de manera abrupta. Me muestra su boca llena de tierra negra y rocas. Y todo es triturado por unos colmillos chuecos y afilados, amarillentos como dientes de rata, llenos de hierro. Masca y destroza, pulverizando rocas y dejando la tierra negra.
¿Aún crees que el oro es solo oro? Codicia ritual que no corrompe, pero efectúa un cambio. Codiciamos todo el multiverso y lo que tiene para ofrecer.
Gotitas de veneno
En medio de la oscuridad; preferiblemente de madrugada, en el conticinio; siéntate en un lugar cómodo.
Cierra los ojos y percibe todo lo que hay alrededor. Escucha lo que pasa.
Siente las corrientes de aire y deja que tu piel se erice. Nunca estamos del todo solos.
Sea que eso venga de tu subconsciente o de otro lado, si te mantienes sereno, solo te verá con interés.
No le des más atención de la que merece.
¿Pudiste?
