25 de enero 2025
Más allá de las practicas eclécticas que suelen tener un alma demasiado cristiana para identificarme con ellas, las religiones basadas en un marco tradicional (pagano) requieren un compromiso del practicante. Sin embargo este es mas profundo de lo que se suele suponer, ya que no se resume únicamente en la constancia del trabajo efectuado, si no en ir modificando poco a poco el patrón de pensamiento; no es una pedrada gratuita la mención de las practicas eclécticas.
No hace mucho, platicando con un cristiano en una borrachera, me aseguraba él hombre que ellos no requieren de algún amuleto para recordar la protección de su dios, esto a raíz de los anillos que suelo usar. Bueno, lo que esta persona no entendía es que estos anillos, consagrados a mis dioses y todo, no representan la protección de ellos. La protección mágica deviene de mí mismo, de mi persona y mi poder, mi magia. Como mago, no busco la protección de nadie más que de mí mismo. La consagración es una manera en la que comparto una conexión con Odín, con Hela, etc. es una conexión que existe entre nosotros, no un contrato. Si los dioses desean ofrecerme su protección, será un regalo que me ofrecen, correspondiendo la amistad que forjé con ellos. Y aunque a primera vista puede parecer igual a lo que hace el religioso creyente, de cualquier credo, hay una diferencia fundamental: el mago no trabaja con la fe. Es decir que yo no requiero tener fe en mis dioses. Por mí da lo mismo si al final no llegaran a existir. Mi practica seguiría siendo exactamente la misma, puesto que el poder de mi cambio y todo lo demás viene desde mi propio ser y de mi propio empoderamiento. Esta no es una relación transaccional ni una de fe ciega y unilateral.
La religión germánica se basaba en el poder de las propias acciones y en la manera en la que uno mismo se iba labrando el propio camino. Los dioses se ponen del lado de quien merece su favor y quien les ha ofrecido su amistad. Con dioses mas caprichosos como el propio Odín a veces ser demasiado fiel a la imagen de lo que le agradaba podía ser peligroso.
«¿Entonces para que quieres tratar con estos dioses?». Cuántos no tendrán esa misma pregunta. Simple, porque conecto con ellos, aspiro a ser como ellos, y siento que soy bienvenido en su universo. Me siento especialmente identificado con la manera de pensar de los ancestros escandinavos y nórdicos en general. Con la filosofía que estos representan. Y es que no busco salvación, porque no me concibo como un pecador y en su cosmogonía no hay pecado ni castigo divino. Ahora, no debemos confundirnos; obviamente en ocaciones se les pide a los dioses, ritos de abundancia, de sabiduría, etc, pero siempre siendo conscientes de que es mas bien una fiesta en la que podemos recibir un regalo especial, siendo estás más bien fechas concretas.
Todo esto me viene a la mente respecto de una fuerte infección estomacal que me dejo en cama toda la tarde de 16 y la mayor parte del día de ayer. El dolor y fiebre producto de esta enfermedad me llevo a un grado en el que la magia fue para mí la mejor solución. Y en medio de un cuadro de fiebre en el que me revolvía en la cama, lo único que se me ocurrió fue evocar a Hela. Vibrando su nombre a modo de galdr. Para quien no lo sabe, ella es la diosa de la muerte, la muerte sin gloria. Y sin embargo, mientras que se pensaría que me alío con la muerte para evitar conocer su reino, lo cierto es que la energía de la muerte me da un paz bastante singular. La paz de los cementerios es difícil de comparar. Lo que concebí en ese momento de especial dolor, fue evocar a la diosa de la muerte, porque creo que estaba lidiando con una energía que resonaba con ella. Y una vez que, quizá en mi delirio, sentí su presencia en la oscuridad de mi cuarto, no pedí que el dolor cesara. Sino que la insté a ser testigo de como yo era capaz de lidiar con esta enfermedad, que aceptaba esta energía, no la rechazaba, pero al mismo tiempo era yo capaz de aliviar mi cuerpo, con una runa. Con galdr y con la certeza de que la diosa me atestiguaba complacida pude volver a descansa mientras los malestares de frío y dolor pasaban.
Y es que una vez que el practicante de verdad logra estar en sintonia con la corriente que estudia este cambio de pensamiento ocurre sin mucho esfuerzo. Hace un año pase por otra experiencia especialmente dolorosa, con una caida de la escalera de mi casa, un mes y medio sin poder caminar un dolor que no me dejaba dormir. En aquellos momentos, vergüenza de mí, aun tenía la tentación de rogar para que el dolor se fuera —cualquier paliativo mágico o medico parecía inútil— porque en una dimensión intelectual comprendía el esquema filosófico de la tradición, pero no acababa de interiorizarlo. Hoy en día puedo decirme con orgullo que soy como un War boy de Mad Max, gritando «¡Atestíguame!» mientras encaro a la muerte…
Como sea, espero que la reflexión le sea de ayuda a alguien. Si quieres añadir algo eres más que bienvenido a hacerlo, cualquier cosa que aporte es bienvenida.
Sin más les recuerdo que soy Skoggangr y este espacio es producto de mi voluntad.
¡Reyn til Rûna!