Contenidos:
- Primera puerta, proceso de introspección
- ¿Plenitud y tristeza?
- La plenitud del agotamiento emocional
- Una práctica
Primera puerta, proceso de introspección:

Hoy llega a su fin la primera parte del trabajo de introspección. ¿Es complicado explicar la sensación de plenitud? A pesar de todas las carencias, no puedo evitar sentir una plenitud compleja. Hay una tristeza que se filtra en mí, pero no dejo de sentir que, al menos hoy, estoy completo. Esta bitácora reflexiona sobre estos cuatro días, adelantada por la importancia de finalizar esta primera parte del trabajo.
¿Plenitud y tristeza?
Charlando alguna vez con la psicóloga del trabajo, me dijo que lo que buscamos los seres humanos, más que la felicidad —tan ambigua y efímera—, es la plenitud. En este esquivo instante creo que sé a qué se refería, aunque me siento confundido por una cierta melancolía que no se aleja más de unos pasos, siempre dispuesta a volver en cualquier momento.
Todo el día de hoy, domingo, me he sentido así.
Incluso le pregunté a una IA si esto era posible:
Yo: ¿Es posible sentir plenitud y tristeza al mismo tiempo?
IA: Sí, es completamente posible experimentar plenitud y tristeza simultáneamente. Las emociones humanas son complejas y a menudo coexistentes. Por ejemplo, podrías sentir una profunda satisfacción y gratitud por una experiencia significativa o un logro, mientras al mismo tiempo sientes tristeza por algo que has perdido o por un cambio inevitable
En el ámbito de la espiritualidad y el esoterismo, estas emociones duales pueden ser vistas como parte del viaje interno y del crecimiento personal. La plenitud puede representar la conexión con algo más grande o el cumplimiento de un propósito, mientras que la tristeza puede ser una señal de desapego o de la impermanencia de las cosas.
Mira tú, hasta las maquinas entienden más de estas cosas. Luego me senté a pensar. Aunque no soy un gran admirador de Descartes, debo admitir que soy fiel a su máxima: «Pienso, luego existo». Suelo pensar, y a veces pienso que pienso, y de algún modo extraigo algo de esa maraña mental:
Terminé las primeras dos semanas con un mayor entendimiento de mí mismo de lo que nunca antes había logrado. Me siento pleno, pero una parte de mi mente trata de convencerme de que no es un gran logro. «¡Mira a este bobo —es una parte algo teatral— apenas sube el primer peldaño y ya se siente “pleno”! ¡Despierta, carajo!».
Sin embargo, le digo que se vaya al carajo. No estoy dispuesto a minimizar mis logros. Creo entender de dónde viene este sentimiento. Es como una barrera que trata de frenarme. Sabe, por experiencia, que lo que sigue es mucho más complicado que lo que hemos atravesado estos días. Pero esta vez no estoy dispuesto a rendirme. Prometo estar por completo en la experiencia y no abandonarla en ningún momento. Es raro decir que no te juzgas a ti mismo.
Esa parte de mí y yo hemos convivido demasiado tiempo, y apenas ahora comprendo el miedo que siente. Incluso logré reconciliarme con otra parte de mi cabeza que no quería aceptar que aún amo a cierta persona. En mi entorno más próximo, aprendí que las emociones se guardan en un baúl, para verlas de vez en cuando, pero no se expresan a los demás de ningún modo. Esto te hace débil. Si las emociones son fuertes y “negativas” te hacen despreciable. Entonces acepto que la amé con locura, que después de dos años de no hablar con ella a veces la extraño, y que quiero ser hiriente con ella. El amor se convirtió en rencor, y no soy la persona que ella pensaba. Y eso está bien.
Entonces me siento bien, como si todos los espacios en mi interior se hubieran rellenado de las formas correctas. No requiero perdón ni perdonar a nadie. No necesito tener lo que otros creen que debería. Me siento bien.
La plenitud del agotamiento emocional
Con todo esto, no puedo negar algo que está muy claro: estoy agotado. He estado consumiendo más nicotina de lo que debería, pero hoy tuve más control, así que no me siento como un adicto, solo como alguien con muy mala gestión emocional.
¿Alguna vez te has molestado tanto con alguien o llorado tan fuerte que acabas cansado y con sueño? Es raro pensar en un tipo de treinta años que ha experimentado esto, ¿no? Pero así me siento. Quiero hacer de mis sábanas un capullo y que al salir después de un día sea alguien diferente. Hoy no pude, quizá mañana.
Sé que el trabajo con la psique y el espíritu no funciona de esta manera, pero ¿no lo has deseado alguna vez? Puede que por eso tantas personas se dejan llevar hoy en día por la promesa de que al dibujarse una runa en la mano y lamerla, sus sueños se harán realidad. Por eso nos seducen los charlatanes que abusan del poder interior y quieren desechar todo instrumento sin antes haberlo trabajado.
Es fácil pensar que la magia es una fórmula mágica —linda redundancia—, pero quien piensa eso, no comprende todo lo que hay detrás de un trabajo mágico: el esfuerzo, el conocimiento y el sudor de desarrollar ciertas habilidades previas para que la magia sea efectiva.
Siento en mí la plenitud de saber que voy a trabajar ya con esos elementos de nuevo, de una manera sistematizada. Cuando perseveras lo suficiente como para hacer que la magia funcione, te sientes tan bien que es complicado no tratar de hacerlo de nuevo, con más o menos éxito. Hace un par de meses decidí no hacer más trabajos mágicos hasta complementarlos con el currículo de las Nueve Puertas, y estoy expectante. El sopor que siento es un pedido de descanso para volver con fuerza.
Odín, atestíguame, que me he caído en el camino, pero después de un breve descanso vuelvo a tu sendero. Te prometí que llegaría al final y suelo cumplir las promesas que me convienen.
Freyja, atestíguame, que el misterio del deseo me mueve hacia el frente con pasión desmedida y un ardor complejo en mis entrañas.
Runas, escúchenme, me declaro un drengr. He pisado el terreno de Fehu y no pienso retirarme hasta conocer sus secretos y completar el sendero.
Una práctica:
Tratemos algo divertido ahora que estamos cerrando el ciclo de la introspección.
En Escamas de dragón, Michael expone un interesante secreto de impulso mágico relacionado con la autoconciencia y la vergüenza. En su ensayo, aborda la idea de que los cambios biológicos que nos aportan la vergüenza y el pudor pueden usarse como catalizadores de poder mágico, ya que están profundamente vinculados con estados emocionales.
Me gustaría proponerte uno de sus ejercicios.
Busca una actividad que ponga el foco de atención en ti. Tiene que ser algo a lo que no estés acostumbrado, incluso algo en lo que sepas que puedes equivocarte. Puede ser una actitud excéntrica, la forma de vestir, bailar, cantar en un karaoke. El punto del ejercicio es que te saque de tu zona de confort y al mismo tiempo sea algo divertido. Escoge la acción que prefieras, basada en tus propias sensaciones y tabúes.
Reflexiona en cómo te sentiste y presta especial atención a tu estado físico. ¿Se aceleró tu corazón? ¿Qué tal tu respiración? ¿Te ruborizaste? ¿Te temblaron las piernas?
Además del empoderamiento de enfrentar tus miedos y tabúes, y el chute de adrenalina, conseguirás algo de poder extra basado en la autoconciencia. Haz hincapié en el análisis de tus sensaciones, céntrate en ti más que en los demás. Encuentra la sensación de poder al atraer toda esa atención hacia ti mismo y regodéate en ella. ¿Qué se siente tener el poder de atraer miradas, de que te pongan atención? No importa si son pocas o muchas personas, lo importante es la reacción que generas en los demás. Te recomiendo anotar tus resultados y, si estás dispuesto, compartirlos con nosotros en los comentarios. Recuerda que esta comunidad es tuya también.

Sin más, cierro esta entrada recordándote que comentes tus experiencias con las prácticas, eso nos puede ayudar a todos a afinar enfoques. También te invito a compartir ideas. Pásate por el grupo privado de Facebook Buscadores de la mano izquierda, una comunidad para debatir y compartir, o simplemente para hacer preguntas sobre estos senderos. Te recuerdo que ayer publiqué un artículo que explica qué es la mano izquierda y por qué se escoge este sendero. Puedes leerlo en mi otro blog aquí: ¿Por qué la mano izquierda?.
Sin más, soy Skoggangr, y este espacio es producto de mi voluntad.
¡Reyn til runa!