Primera puerta de Midgard.
Esta semana me he sentido desanimado. En la segunda fase de esta primera puerta, es necesario comenzar a trabajar con los galdr, las posturas sthada y el pensamiento rúnico, incluyendo ejercicios de visualización. Sin embargo, lo único que he llevado a cabo es el pensamiento rúnico.
Desanimado, una experiencia corporal
Estoy sumergido en una horrible cámara de eco. Para ser relevante no basta con escribir bien. Ni siquiera es necesario. Los algoritmos favorecen la repetición, los índices y las malditas palabras clave. Estamos vendiendo, bebé. Espiritualidad, contracultura, crecimiento. “¿Cuántas veces repites tu palabra clave?”, pregunta el SEO.
Hoy, Google dijo que lo que hago no tiene valor. Soy irrelevante según sus estándares y me siento apático en el mundo al que trato de sumergirme. ¿Cuánto debo traicionarme a mí mismo para vender? Me siento al borde de un acantilado infinito; sigo explorando mis límites, quizá por eso la pregunta es tan relevante.
Hoy podría mentirles y decir que estoy haciendo las cosas correctamente. Que todo va perfecto. Podría decir que he logrado mantener el sentimiento de plenitud. Que hoy mismo empecé con los trabajos de visualización y ya vocalizo las runas. Que me siento bien al sentir las vibraciones de mi voz recorriendo mi cuerpo y sumergiéndome en mi propio inconsciente. Pero no es así.

No creo que mentir sea malo. A veces, la mejor opción es una mentira certera y bien planeada. Hay personas que no son capaces de soportar la verdad; a ellas hay que mentirles. Pero hay ocasiones en que no debes mentir. Si les mintiera a ustedes, este espacio perdería su propósito. Sería mentirme a mí mismo.
Puede que todo tenga que ver con patrones de comportamiento inculcados por los libros de autoayuda que un yo adolescente y vulnerable creyó conveniente leer. Quiero hacer mucho para que el mundo vea que me estoy esforzando. Todavía me pesa el juicio ajeno, pero más el que yo mismo me impongo. Estos días suelo ser más benévolo con mis fallas, pero no lo suficiente. Mientras tanto, todos en mi entorno creen saber lo que debería hacer y piensan que pierdo el tiempo.
Es en esos días cuando el cansancio se me mete en el cuerpo, y la frustración late furiosa por mis venas. Y esa furia, irónicamente, me deja lacónico en el sofá, sin ganas de hacer nada, diciéndome que descanse. «¿Por qué no estoy haciendo más en este momento?» es la pregunta constante. Mis pensamientos rondan las ideas más tristes, absurdas o ilógicas, cualquiera que les quede a mano.
Me pregunto tonterías que a nadie importan salvo a mí mismo. Y cierro los ojos.
No sueño con cosas mejores ni con ser millonario. Sueño con adelantar el tiempo, hasta el momento en que las cosas vayan bien, porque tienen que ir bien… ¿no? Porque en un año voy a ser independiente y habré llegado al menos a la tercera puerta o más allá. De algo servirán las horas acumuladas, sentado en la oscuridad, observando mis pensamientos sin identificarme. Observando la respiración. Contando hasta cien.
Repulsivo. La idea de que la espiritualidad tiene que ser útil o llegar a algún lado me repugna. La desesperanza se convierte en mi segunda piel y pienso en renunciar. En apilar otro fracaso en el montón de cosas que finjo intentar. Creo que siempre me he rendido. Pienso en hacer un rito con una runa… pero siento que mi magia fallaría esta vez; no tengo el poder. ¿Cómo podría tenerlo en este momento?
Hasta que algo me dice: «Tranquilo, estás esforzándote demasiado, equilíbrate».
Arcanos de tarot: el desanimado.
Entonces, como desconfío de todo aquello que parezca darme la razón, le pregunto al tarot. Puede que me esté volviendo dependiente de las cartas o simplemente me falte más decisión en los huesos.
¿Y qué me dice?
Me empieza recordando que yo mismo me puse en esta situación y que tengo que ser paciente. Me advierte que la retribución es equivalente a la cantidad de esfuerzo que pongo en lo que hago; reitera que sea paciente. Me dice que las cosas irán bien, que el camino que he elegido me traerá el avance y la estabilidad que necesito, en todos los sentidos, pero especialmente en lo material. De nuevo, me pide confianza. ¡Confianza! Los días que estoy cansado confío muy poco en mí; casi tan poco como creo que ellos lo hacen.
Y me digo, “Ok, confiaré.” Pero sigo desanimado, con más energía, pero desanimado. No importa, seguiré el camino que he trazado; que se joda Google y sus estándares publicitarios, encontraré la forma por mi cuenta. Hoy me toca confiar en mí. Y yo soy grosero, digo “masturbarse” y hablo de sexo, porque son palabras contundentes, sonoras, bellas. Es algo natural y está en el camino espiritual, por eso hablemos de cómo se integra en el trabajo.
Una práctica:
En vista de que no habrá anuncios en este blog, hablemos de algunos ejercicios que la mojigatería corporativa no aprueba. Estos se abordan en Apofis de Michael Kelly. Quiero advertirles que estas prácticas están pensadas para adultos responsables. Es decir, que hagas uso de tu sentido común: NO SE TRATA DE SUPERAR TUS LÍMITES, SINO DE DESCUBRIRLOS. SI SIENTES DOLOR O MOLESTIAS, DETENTE.
Una de las partes más importantes de la magia en la mano izquierda es tu cuerpo. Incluso al trabajar con magia no sexual, hay ritos que pueden ser extenuantes, por lo que es conveniente que sepas cuánto puedes soportar. En muchos casos, interrumpir un rito complicado puede afectar su eficacia. Si trabajas en grupo es peor, porque rompes la atmósfera para todos.
En varias técnicas mágicas se requiere del uso del deseo como fuerza de acción, especialmente en ritos relacionados con la magia sexual y la pasión. A pesar de lo que muchos piensan, no es tanto el fluido como la energía erótica en sí misma lo que se usa.
- Tómate un día para masturbarte tantas veces como puedas. Llegará un momento en el que tu deseo será satisfecho y no será el mismo deseo lo que te mueva. Simplemente cuenta las veces y sé consciente de ese límite. Plantéate si este está impuesto por tu estado físico. ¿Quizá me falta hacer ejercicio? O ¿estoy muy agotado por lo que hago en el día? ¿Debería descansar más?
- Tómate un día para experimentar cuántas veces puedes masturbarte sin llegar al orgasmo. Cuando sientas que estás llegando, detente, y cuando se haya pasado la urgencia del clímax, vuelve a intentar. Puedes hacerlo a lo largo del día y experimentar la fuerza que el deseo produce en ti, pero lo importante es que te centres en la cantidad de veces que puedes hacerlo sin llegar. Recuerda que una eyaculación retrógrada, hablando como hombre, cuenta como clímax, y es aquí donde deberás detener el experimento. Cuando vayas a terminar el mismo, te recomiendo recompensarte con un buen orgasmo.
Reflexiona: ¿tengo suficiente voluntad? ¿El placer logró dominarme? ¿Descubrí algo de mi sexualidad?
En ambos casos, reflexiona sobre lo que esta experiencia te dice de ti mismo. Recuerda que la primera parte es conocerte a ti mismo. De momento, no te centres tanto en la experiencia energética, ya habrá tiempo para ello.
Te recomiendo que no repitas estos ejercicios con frecuencia, sino después de al menos seis meses. Así, en base a las conclusiones que saques y las acciones que tomes en consecuencia, podrás corroborar cómo estas afectan a tus límites.
Recuerda que eres bienvenido a compartir tus experiencias en los comentarios, o a proponer ideas o preguntas. Te recuerdo que hace poco publiqué un artículo que describe la mano izquierda como camino de desarrollo espiritual. Visítalo aquí: ¿Por qué la mano izquierda?
También te invito a unirte al grupo Buscadores de la mano izquierda en Facebook.
Sin más, me despido. Yo soy Skoggangr y este espacio es producto de mi voluntad.