Hoy hay luna creciente.
Es curioso lo mucho que puede costarle a algunas personas un comienzo. Entre los más de 8 mil millones de seres humanos, debe haber quienes no tienen problemas para empezar. Si estás aquí, supongo que es prudente asumir que eres como yo, ¿me equivoco?
Piénsalo de este modo: incluso las relaciones me cuestan trabajo. Las primeras veces que me senté frente al altar a hablar con mi dios, Odín, me sentí profundamente incómodo. Nuestra relación se remonta a mi adolescencia. En ese momento, no tenía las habilidades suficientes para encontrar información satisfactoria sobre su culto. Siempre mantuve esa sensación de llamado, pero no encontraba el modo de responderla.
Hace poco más de un año y medio, encontré un libro de Edred Thorsson. Nunca me he sentido muy cómodo con el eclecticismo de muchos grupos wiccanos o de los magos del caos. A veces siento que se pierde la esencia. Thorsson me abrió el camino en ese sentido, y aunque muchos se decepcionan de su enfoque, a mí la oscuridad de la mano izquierda y sus esquemas racionales me enamoraron. Así decidí seguir la corriente odiana, fundada por Thorsson. Esta no es la primera vez que me enfrento al trabajo de las Nueve puertas de Midgard.
Decir que este es un nuevo comienzo podría parecer una inexactitud. No sé si a ti te haya pasado que entras con demasiada fuerza en algo y ese vigor te cobra factura. De a poco, se va apagando; el excesivo entusiasmo me agota. Suelo ser un tipo tranquilo.
En realidad, este es mi tercer intento. La tercera vez que inicio este trabajo pensado para una vida entera. ¿No te pasa? Hablas de un trabajo mágico o iniciático y te imaginas que va a ser algo espectacular, con ritos y sensaciones nuevas a cada paso. Si por mí fuera, cada rito buscaría embeberme de la esencia del coyote, para sentir que el teriomorfismo no es un camino cuesta arriba.
Sin embargo, son estas experiencias trascendentales, quizá un poco aterradoras, las que nos hacen seguir adelante. Todo requiere de una progresión. Aunque a veces te tropieces y caigas, o parezca que caes en la casilla de salida.
Digamos que soy un mago experimentado. No un gran mago, ni siquiera uno bueno, pero sí uno con cierta experiencia bien guardada en un saquito de tul. He aprendido a callar esa voz escéptica que se pregunta si no es todo parte de mi imaginación. Dale, puede ser, pero a quién le importa si da resultados. Las personas suelen despreciar la imaginación como si siquiera llegasen a entender la oscura y pragmática hondura de sus aguas. Por lo tanto, como mago experimentado, estuve tentado a saltarme la primera parte del currículo. Tocan dos semanas de introspección para saber qué es lo que quiero, cómo me vislumbro en diferentes momentos futuros. Y cuando estaba a punto de obviar este trabajo por completo, me acordé del maestro Kelly: «Los magos realmente experimentados no se saltarán esta parte». Él habla en su Apofis de magia draconiana, pero el caso es el mismo. ¡Qué arrogante pensar que puedes destripar el currículo de un maestro que ha logrado cosas que tú no! Eres la rana en el pozo, que salta dos metros y se resbala uno de vuelta al fondo y por eso estás empezando de nuevo.
Por lo tanto, aquí estoy, con la proyección de lo que quiero a un mes, a tres meses, y viendo en dónde estoy parado. Puedo decir que de estos tres días extraigo un par de reflexiones que quiero compartir contigo.
Primero: el trabajo de la mano izquierda se trata de ejercer soberanía sobre el mundo. No importa cuál sea tu voluntad, el punto es tener el poder de efectuarla, de notar el cambio. Por ello el estudiante ha de centrarse en sí mismo, pues los cambios que efectuamos por medio del deseo vienen desde nuestro interior. ¿Cómo gobernarás las fuerzas de afuera sin ser capaz siquiera de gobernarte a ti mismo?
Segundo: lo que construyes en meses o semanas se desbarata en días, como dice el maestro Don Webb. Es especialmente notorio al tratar con fuerzas caóticas de tu propia psique. Pero ojo, que no son tus enemigos. Pueden ser demonios, pero ellos son parte de ti en este momento. No te maltrates. Mídete, conócete, desafíate, pero no te maltrates. Aprende a lidiar contigo mismo y te responderás a ti mismo.
En esta tercera experiencia lo descubrí. Me siento bienvenido al trabajar en el altar. Mis dioses me reciben como se recibe a un amigo al que hace mucho no ves, y te alegras por el reencuentro. A diferencia de las veces anteriores, estoy más enfocado y he callado el ruido mental. Al verme en retrospectiva, me siento más contento con lo que soy y siento que mis planes están en movimiento.
Deduzco que esto tiene que ver con que en mi terreno mental no desterré el sendero por completo. Siempre estuve con la idea firme de volver, pensando artículos, descubriendo ideas, explorando mis límites.
Sin embargo, no nos confundamos. Esto no quiere decir que tengo las mismas facultades de concentración o proyección de poder que antes de dejar la práctica constante. De hecho, me cuesta trabajo concentrarme en la proyección del círculo mágico. El trazado es débil; suficiente para cargar el ambiente para la introspección y consagrar el lugar, pero no para hacer magia. Es algo que se nota en el cuerpo.
De cualquier manera, creo que es una visión interesante, y si estás pasando por algo similar, puede darte esperanza de que no necesariamente implica un comienzo desde el mismo lugar que antes. El punto es volver.
Practica:
Si te interesa probar un poco de lo que estoy haciendo, puedes vibrar tres nombres (esto es un galdr o canto mágico):
- Wodanaz: maestro de la inspiración.
- Wiljon: fuerte voluntad.
- Wihaz: santidad, aunque no entendido en el sentido cristiano, sino más bien en un sentido sagrado.
Si te sientes más cómodo, puedes sustituirlos por variantes de estos nombres: Odín, Vili y Ve, respectivamente. La finalidad de estos cantos es crear un ambiente propicio para estas tres cualidades. En la primera puerta se usan como medio de cargar el ambiente para la introspección. De este modo puedes usarlos antes de una sesión de meditación y te aseguro que notarás una curiosa diferencia.
Canta los nombres desde el plexo solar (en sentido físico), saliendo la voz desde el centro de tu ser (apoyándote en la visualización y llevándolo de a poco a simplemente “sentirlo”) y proyectándose en el aire. Entona los nombres por dos minutos o nueve veces cada uno.
El ejercicio te ayudará a entender el funcionamiento de los galdr tanto en ti como en tu entorno, y algunas otras cosas que prefiero que experimentes, para no infectarte con mi gnosis personal.
Recuerda que si quieres compartir tus resultados de esta práctica, alguna idea o algo que te parezca relevante al tema, eres bienvenido a comentar o mandar un mensaje. Trataré de responder a la brevedad.
Tambien tengo un artículo en mi otro blog que te puede introducir al “odianismo”, puedes leerlo aquí.
Mientras tanto, Reyn Til Runa.
